24/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( y V )

Cuando he empezado a colgar en el blog mis recuerdos sobre el Camino de Santiago mi vida se ha convertido en un angustioso western. Soy el maldito forajido que ha atracado violentamente el banco de Wichita, dejando un reguero de muertos. Siguiéndome los pasos cabalga un sheriff implacable cuyo aliento, de día y de noche, siento muy cerca.

No sé como se lo monta pero este sheriff conoce en el acto todos mis movimientos y, lo que todavía es peor, adivina con anticipación los que haré mañana.

Guillermo –que así se llama mi tormento- lee este blog cuando todavía estoy escribiendo las últimas palabras y aun no he clicado la tecla Enter. A traves de su e-mail, de uñas muy afiladas, anticipa con sagaz acierto mis intenciones. Y así una vez y otra.

No puedo seguir viviendo así.

Además mi caballo está agotado.

He decidido acabar con la persecución poniendo aquí y ahora, punto final a esta frivolidad literaria.

El Camino de Santiago es ya agua pasada que no mueve molino...

Pero... ¿lo ha movido?

Hemos caminado un centenar largo de kilómetros, una distancia que yo nunca había recorrido de una tacada. ¡Qué satisfactorio resulta andar, un día y otro día, sin otro quehacer en la vida! Cien kms. en seis días dan además mucho de si para conocer y disfrutar de unos amigos, Mari Carmen y Mariano, que teníamos poco tratados. Divertidos y ocurrentes, es en la corta distancia donde aparece su espléndida calidad humana.

Hemos convivido de cerca con la lluvia y el frío y hemos tornado más felices que cuando partimos, que no es poco. Separados mil kilómetros de nuestro cotidiano día a día, en feliz libertad, nos hemos acercado un poco más –tampoco hay que exagerar- a nosotros mismos y, también a Dios.

En el transitado camino hemos respirado a fondo la alegría de cientos de peregrinos.

Y he vuelto con un kilo menos en el cuerpo -todo un éxito- y muchos paisajes en la retina.

No me puedo retirar sin expresar un recuerdo especial:

  • al Peugeot de los Garcés, cuyo espectacular maletero ha podido con el exagerado equipaje de los cuatro. Sin forzar aun le hubiera cabido una caja de Juanolas.

  • al orujo de hierbas que nos alegró las entretelas.

  • al caldo gallego y al que lo inventó.

  • a la lluvia con la que yo no había vuelto a tomar contacto serio desde el diluvio.

  • a José Antonio que invento "La alpargatada".

  • a nuestro calzado que no dió ni una oportunidad a las temidas ampollas

  • al pan gallego, de miga consistente y esponjosa. (Tarjeta amarilla a todos los bares, mesones y hostales en que hemos desayunado. En ninguno de ellos dan a las tajadas de tan magnífico producto el punto de tueste que gusta a Mariano y a su mantequilla. Siempre se lo tuestan poco. ¿Porqué?

  • A Guillermo que –no se cómo lo consigue- ya está leyendo esto. Fué el primero en negarse a venir y lo expresó con un no rotundo. Sin embargo después cuidó la preparación y la marcha con cariño de madre.