5/9/08

ITV

María Rosa y yo solemos ir dos o tres veces al mes a Castellterçol en estancias que suelen ser de dos días. Bajo la excusa de cambiar de aires se oculta el objetivo verdadero: jugar al golf. Conviene aclarar que la palabra "jugar" sólo se puede aplicar con propiedad a María Rosa que es una golfista preparada, paradójicamente irregular y brillante a la vez y con merecidos trofeos en el anaquel. Lo mío, en cambio, consiste mayoritariamente en dar zapatazos a la bola, eso sí, con mucho entusiasmo.

El golf es también generoso en premios colaterales. Uno de ellos -y no el menor- es tropezarnos en el campo con Josep y Lluisa.

Hasta su tardía jubilación, Josep, hombre ponderado y reflexivo, fué un profesional destacado. Necesariamente tuvo que ser muy bueno en su trabajo porque, desde que se retiró, cada vez que se zambulle en algo no descansa hasta que lo borda. Pinta como los ángeles unos óleos austeros y de suelta pincelada que rezuman inspiración. En sus dioramas de cuidadoso pesebrista el silencioso misterio de Belen se hace elocuente plegaria. De sus manos de artista ha salido una multitud de personajes, pequeñas obras maestras de terracota. Y, por si todo esto no fuera suficiente, juega muy bien al golf.

Lluisa es su compañera perfecta. Ejerce de esposa, madre y abuela con juvenil simpatía. Locuaz, y, por encima de todo, optimista, combina admirablemente sus funciones de ama de casa con las de pareja de Josep en los torneos seniors de golf. Juntos son imbatibles dentro y fuera de Cataluña.

Cuando Josep se retiró compraron una preciosa casa en Castellterçol. Hoy lo que empezó como lugar de veraneo ha acabado siendo su residencia permanente. Sólo aparecen por Barcelona cuando hay obligaciones que se lo exigen o cuando el termómetro de la montaña se atrinchera muy por debajo de cero grados.

La última vez que nos tropezamos los cuatro en el campo, hace un par de semanas, nos alargamos hablando ya que descubrimos que hacía demasiado tiempo que no nos veíamos. Tanto ellos como nosotros habíamos tenido pequeñas incidencias en la salud, alguna "gotera", que habían alterado nuestar rutina. Josep comentó:

-Acabaremos volviéndo a vivir a Barcelona "porque allí tenemos cerca a los médicos"

Su afirmación tenía tintes de agridulce sabiduría.
.
Somos legión quienes, en una dilatada vida profesional, hemos limitado la relación con la medicina al chequeo anual y a alguna gripe inoportuna. Pero a lo largo de la década que va de los sesenta a los setenta años (no tengo experiencia posterior) la cosa empieza a complicarse, poco al principio, pero luego de una forma descarada y rápida. Prostata, piel, cataratas, digestiones, rodillas... abren líneas de exploracion que terminan en una red de la que ya no es posible escapar.

Cuando un coche tiene más de diez años es un anciano que debe pasar la ITV cada año.
.
En esta sociedad "de la salud y el bienestar" un humano de setenta años es también un anciano que, cada seis meses o cada año, ha de pasar una ITV distinta por cada uno de los mecanismos de su cuerpo que, por la edad, empieza a desajustarse
.
La ITV de un coche se hace en un solo día y dura menos de media hora
.
No ocurre lo mismo con las ITV del cuerpo humano ya que cada una de ellas tiene varias secuencias, distribuidas en el tiempo, más o menos del siguiente tenor:.
  • Visita/exploración.
  • Radiografia
  • Nueva visita/tratamiento/
  • Vuelva usted a revisión dentro de 6/12 meses y volveremos a empezar.
Muchos días, muchas horas, muchos desplazamientos y quizá, alguna intervención quirúrgica por medio.

Y en un matrimonio multiplicar por dos.

Se dá la dura paradoja de que cuando por fin el hombre se cree libre como un pájaro para hacer lo que quiera y cuando quiera acaba volviendo a ser de nuevo esclavo de la agenda.

¿Golf o ITV?

3/9/08

BINGO

Las dos primeras semanas de septiembre -hasta que empiezan los colegios- una inacabable muchedumbre de jubilados en la reserva (¿porqué me ha de sonar a reserva india?) pasan a ejercer activamente... ¡de abuelos! . Los padres y las madres de miles de niños han vuelto ya al curro intenso y las puertas de los colegios van a tardar quince días en abrirse. ¿Qué hacer?

María Rosa y yo tenemos unos hijos que, en su papel de padres, sacan sobresaliente. Se organizan muy bien y toman inteligentes medidas para ser progenitores autosuficientes. Pero hay ocasiones en las que insinuan -raramente necesitan llegar a pedirla- alguna colaboración nuestra. Por ejemplo como supervisores seniors en alguna encrucijada complicada de ese encaje de bolillos que es organizar, día tras día, la actividad veraniega de dos familias numerosas.

Tenemos diez nietos y algunas mañanas de estas ejercemos de abuelos -con un cómodo soporte, todo hay que decirlo- con nueve de ellos.

Experiencia: supervisar a nueve es mucho más sencillo que torear sólo a dos. Un equipo de nueve dispone de una "retroalimentación lúdica vital" (¡olé la frase!), todo un motor turbo del que una simple parejita carece.

Siendo útiles lo estamos pasando bien. ¿Hay quien dé más?. Bingo.

2/9/08

POUR QUOI ?

¿Por qué?
  • Porque dentro de cuatro semanas cumpliré 70 años y barrunto que voy a cruzar un umbral muy especial, sin posible vuelta atrás.

  • Porque el asunto va en serio y bien merecerá que algún rato me encare conmigo mismo a través de este blog.



Nos iremos viendo.