28/12/10

¿VIOLENCIA DE GENERO?

En "La Vanguardia" de hoy, en un rincón de la página 30, se esconde una humilde necrológica del tamaño mas económico, que a mi me ha emocionado.

¿Por qué?

Por tres razones:
  1. Quien quiera que sea el autor que la ha encargado y pagado, oculta su identidad o sus siglas.
  2. No sólo pide oraciones (y más cosas) por los agredidos, sino también por los agresores.
  3. No insulta a nadie.
Con tan humilde presentación, ¿puede haber alguien que le niegue ahora mismo una oración, también humilde, por ambos?


24/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( y V )

Cuando he empezado a colgar en el blog mis recuerdos sobre el Camino de Santiago mi vida se ha convertido en un angustioso western. Soy el maldito forajido que ha atracado violentamente el banco de Wichita, dejando un reguero de muertos. Siguiéndome los pasos cabalga un sheriff implacable cuyo aliento, de día y de noche, siento muy cerca.

No sé como se lo monta pero este sheriff conoce en el acto todos mis movimientos y, lo que todavía es peor, adivina con anticipación los que haré mañana.

Guillermo –que así se llama mi tormento- lee este blog cuando todavía estoy escribiendo las últimas palabras y aun no he clicado la tecla Enter. A traves de su e-mail, de uñas muy afiladas, anticipa con sagaz acierto mis intenciones. Y así una vez y otra.

No puedo seguir viviendo así.

Además mi caballo está agotado.

He decidido acabar con la persecución poniendo aquí y ahora, punto final a esta frivolidad literaria.

El Camino de Santiago es ya agua pasada que no mueve molino...

Pero... ¿lo ha movido?

Hemos caminado un centenar largo de kilómetros, una distancia que yo nunca había recorrido de una tacada. ¡Qué satisfactorio resulta andar, un día y otro día, sin otro quehacer en la vida! Cien kms. en seis días dan además mucho de si para conocer y disfrutar de unos amigos, Mari Carmen y Mariano, que teníamos poco tratados. Divertidos y ocurrentes, es en la corta distancia donde aparece su espléndida calidad humana.

Hemos convivido de cerca con la lluvia y el frío y hemos tornado más felices que cuando partimos, que no es poco. Separados mil kilómetros de nuestro cotidiano día a día, en feliz libertad, nos hemos acercado un poco más –tampoco hay que exagerar- a nosotros mismos y, también a Dios.

En el transitado camino hemos respirado a fondo la alegría de cientos de peregrinos.

Y he vuelto con un kilo menos en el cuerpo -todo un éxito- y muchos paisajes en la retina.

No me puedo retirar sin expresar un recuerdo especial:

  • al Peugeot de los Garcés, cuyo espectacular maletero ha podido con el exagerado equipaje de los cuatro. Sin forzar aun le hubiera cabido una caja de Juanolas.

  • al orujo de hierbas que nos alegró las entretelas.

  • al caldo gallego y al que lo inventó.

  • a la lluvia con la que yo no había vuelto a tomar contacto serio desde el diluvio.

  • a José Antonio que invento "La alpargatada".

  • a nuestro calzado que no dió ni una oportunidad a las temidas ampollas

  • al pan gallego, de miga consistente y esponjosa. (Tarjeta amarilla a todos los bares, mesones y hostales en que hemos desayunado. En ninguno de ellos dan a las tajadas de tan magnífico producto el punto de tueste que gusta a Mariano y a su mantequilla. Siempre se lo tuestan poco. ¿Porqué?

  • A Guillermo que –no se cómo lo consigue- ya está leyendo esto. Fué el primero en negarse a venir y lo expresó con un no rotundo. Sin embargo después cuidó la preparación y la marcha con cariño de madre.

19/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( IV )



MELIDE - ARZÚA

Amanece tan encapotado que la lluvia puede despertar de golpe en cualquier momento. Buscamos un bar en cuya pizarra anunciaban ayer desayunos con churros. Lo encontramos... pero una hora antes de que empiecen a freirlos. No nos queda más remedio que volver, arrepentidos de nuestra infidelidad, al bar de nuestra Pousada.

Es domingo y Melide se prepara a celebrar la Feria Anual de la Rosquilla. Nuestra zona se está llenando de tenderetes en los que mujeres de pañuelo en la cabeza y cara colorada, recién llegadas de la aldea, ofrecen sus quesos artesanales. En medio, como el pulpo en el garage, desentonan las fajas y los corsés de un tenderete despistado. Es temprano y todavía no han llegado compradores por lo que las aldeanas nos asedian. Tampoco vemos ningún puesto de las cacareadas rosquillas.

Después de sellar nuestras credenciales en la iglesia salimos al tobogán, porque tobogán interminable será toda la etapa. Subimos, sudamos, bajamos, nos helamos y volvemos a subir y a sudar. Adelantamos a un norteamericano solitario, nos adelanta luego él y más allá lo volvemos a pasar. Con un inacabable "me pongo el chubasquero - me lo quito - me lo vuelvo a poner" atravesamos cementerios de primitiva belleza y paisajes traslúcidos. Salvo la muy reconfortante pausa para un cafe ardiente, ya no pararemos hasta Arzúa donde los ingenieros trigonometras nos han recomendado la cocina del "Mesón do Peregrino" que un Mariano vigilante ha inspeccionado y aprobado por delante. Menú de 10 € que hace resucitar. Apoyamos la recomendación.

Una siesta con edredón consigue que el frio y el viento cuchillero de la mañana se vean muy lejooooooooooos...

Con tiempo por delante vamos a la misa del peregrino en la Parroquia de Santiago donde su joven rector, otro Santiago, confiesa, canta y bien, predica, celebra Misa y reune a los peregrinos transeuntes para impartirnos una calidísima bendición. Andaluces, aragoneses, catalanes y navarros, un inglés y un aleman encontramos amparo seguro bajo el Apostol del retablo que domina con firmeza a su encabritado caballo. Entre tan variada tropa el sacerdote solicita un voluntario que se anime a entonar a la Virgen una canción de su tierra. Mariano, asumiendo con natural autoridad la representación de todos, se vacía en un apoteósico "Salve Madre" que acabamos coreando propios y extraños. (Al día siguiente, otra vez en el Camino, una admiradora se acercará a nuestro tenor a expresarle su extasiado agradecimiento)

Ya que estamos en el Año Sacerdotal nos tienta saludar en privado a rector tan singular que nos recibe en la sacristía transformándola en vibrante tertulia. Con el deseo de inmortalizar el momento tengo la mala idea de ceder la cámara fotográfica a una feligresa para que haga una toma del grupo. La coge con la misma aprensión con que recibiría un puñado de víboras cabreadas. Señalando el disparador he de repetirle varias veces -¡apriete ahí!, ¡apriete ahí-. Acaba por entender y tanto aprieta que, además de lograr la instantanea, consigue estrangular la máquina. Kaputt.

Descanse en Paz (la cámara, no la fotógrafa)

Don Santiago publica la foto póstuma en la web de la parroquia.


Cena ligera en el hotel y parrafada larga con un joven matrimonio navarro. Recorren el Camino movidos por convicciones espirituales profundas no reñidas con su gastronómico hobby de gourmets.

Buenas noches


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ARZUA - PEDROUZO

Camino embarrado, chaparrones intermitentes y mojada melancolía. ¿Ya nunca dejará de llover en el mundo?

Adelantamos a un solitario peregrino japonés, fotocopia exacta de otros tres que hemos ido rebasando estos días. Con lenta cadencia arrastran la casa encima, dentro de mochilas de tamaño y peso inhumanos. Su caminar, un paso tras otro, sin contestar a los saludos amigables ni mover una pestaña, impresiona. El que vi ayer sentado, cataléptico bajo la lluvia, estaba tan inmovil, tan agotado, que temí llevara horas muerto.

Encontramos a lo largo de esta etapa tres placas que recuerdan a los tres peregrinos que, en el reciente siglo XX, murieron, con las botas puestas, haciendo el camino. Aceleramos el paso por si acaso.

Nos espera un reconfortante caldo gallego (he perdido la cuenta de cuantos he metido en el baul) y una excelente merluza.

Cuando se aproxima la hora del lubricán -ese mágica transición en la que el pastor ya no distingue entre el perro y el lobo-, María Rosa descubre que tiene un ojo enrojecido que a los legos en la materia se nos antoja un derrame muy respetable. En una vieja farmacia, escasa de espacio y rebosante de productos, nos atiende su titular, un joven pero experto licenciado. Piensa que no debemos preocuparnos demasiado pero, por un gallego "porsiacaso", aconseja contactemos con un centro de atención médica telefónica establecido por la Xunta para estos casos, cuyo número nos facilita.

Desde las ondas un amable doctor recaba sin prisa todos los síntomas y se esfuerza en tranquilizar a la telepaciente (objetivo fácil porque está muy tranquila). No obstante, por el gallego "porsiacaso", nos recomienda ir al PAC (Punto de Atención Continuada) situado en el Clínico de la capital compostelana, donde asegura la atenderán enseguida.

Mariano y Mari Carmen dan un inmediato e incondicional paso al frente, ofreciéndose a llevarnos. El joven farmaceútico, un viejo boticario jubilado que ha acudido en su ayuda como buen progenitor suyo y los clientes, que ya rebosan el pequeño local y llegan a la calle, compiten en explicarnos con todo detalle los cien itinerarios mejores para no perdernos en el lío de obras que dicen hay en Santiago.

Con tan buen asesoramiento no es de extrañar que nos perdamos no una sino tres veces.

Son las diez de la noche y en el famoso PAC, aun cuando va indocumentada, le abren a María Rosa una ficha y le explican que sus doctores tienen la misión de atender todos los pacientes y canalizar a "Urgencias", situadas a tiro de piedra en otro edificio, únicamente los casos extremos. Sólo hay pues dos vías para que te vean en "Urgencias": el todopoderoso salvaconducto emitido por el PAC o llegar desangrado en ambulancia.

Nos sentamos en una tétrica zona de espera habitada ya por no menos de cuarenta transeuntes silenciosos y cansados. Ha de pasar aun media hora para que los altavoces llamen por fin a uno de ellos.

Empezamos a sospechar que, a ese ritmo, la noche va a ser larga. Tardarán horas en recibir a María Rosa para, al final, por el "porsiacaso" que ya conocemos, rebotarla a "Urgencias", única unidad que, a estas horas, cuenta con oftalmólogo de guardia. Y volveremos al principio.

Maria Rosa decide abandonar, a lo que unánimemente nos resistimos, atacados nosotros también por el contagioso virus del "porsiacaso".

Pero nuestra enferma mantiene la cabeza muy clara. Nos deja, cruza la calle y en línea recta, marcha decidida al lugar prohibido: "Urgencias". Allí, con la dosis de inflexible suavidad que esconde para estos casos, habla con unos y con otros hasta que el eslabón más debil de la cadena acaba franqueándole el acceso a la zona quirúrgica, mientras murmura para si mismo:

-A esta ya la frenará otro...

Y se equivoca.

Aunque allí dentro el uso del movil está prohibido aprovecha ese medio para tenernos al corriente. El oftalmólogo, que está en otra planta, esta a punto de bajar a atenderla.

Minutos después ya la han reconocido cuidadosamente, le han tomado la tensión ocular y la arterial y la han dado de alta, con dos recetas gratuitas en el bolsillo.

En María Rosa estas cosas pertenecen a la ordinaria administración.

De vuelta a Pedrouzo vamos encontrando, uno tras otro, los restaurantes cerrados. Antes de las doce, ya en nuestro añorado Hotel O Pino, se apiadan de nosotros y conseguimos matar el cuscús con unas empanadas recalentadas en microondas regadas con cerveza.

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...cuando, horas después, ya estoy en el tercer sueño oigo dulcemente la ronca megafonía del PAC, a 20 Kms. de distancia, llamando una y otra vez a María Rosa...

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PEDROUZO - SANTIAGO DE COMPOSTELA

Con la loable intención de llegar a la solemne Misa del Peregrino, con probable botafumeiro incluido, nos levantamos a las 6,30 y, sin perdonar la contundencia del desayuno tradicional, nos ponemos pronto a andar.

Aunque no llueve no deja de amenazar.

Hay muchas más subidas de las que esperábamos y el trayecto, a través de una naturaleza más domesticada, se nos va haciendo largo. En Monte do Gozo, donde ya nos espera Mariano, comprendemos que no vamos a llegar a tiempo y disolvemos la prisa en el habitual cafelito, esta vez a deliciosa cámara lenta.

Me viene al encuentro un excompañero de trabajo que, con un amigo, han acabado la ruta jacobea. Después de haberse pateado en 33 jornadas los 735 Kms. que les separan de Roncesvalles han conseguido anticipar en dos días su fecha prevista de llegada. Sin coche de apoyo y con pesadas mochilas el esfuerzo, que ha dejado medio cojo a mi amigo, ha sido potente. Ampollas y colitis se han alternado para amenizarles tan largo periplo. Pero llegar a la meta con 48 horas de anticipación ha resultado una gesta inutil ya que Spanair se ha negado a cambiarles la fecha de vuelo. Dos días en stand by es para ellos el sobreprecio del low cost.

Santiago está de fiesta y así piensa seguir hasta que acabe este Xacobeo 2010. La crisis económica que monopoliza los telediarios del mundo global no se ve aquí por ninguna parte. Bares, tiendas, restaurantes, calles... todo está alegremente lleno. Nos las vemos y nos las deseamos para conseguir que nos den mesa en un restaurante en el que, una vez aposentados, agotan en cruel espera, nuestras cuatro paciencias. Pero al final podemos meter el diente a un almuerzo atlántico que se inicia con percebes, navajas y otras fruslerías menores que nos reconcilian con el mundo.

Nos alojamos en un hotel antigüo y un tanto desangelado pero situado en el mismo ombligo de la ciudad turística. Santiago está preciosa.

En el tam tam del Camino (también en el movil de Mari Carmen) hemos oido que hoy ha tomado la ciudad una peregrinación militar para la que está prevista una Misa solemne a las 6 y allá nos dirigimos. En la Plaza del Obradoiro una ola juvenil de peregrinos quicos entona cien variaciones de una dulcísima canción religiosa, de sentimentales cadencias celtas, que dejan el alma temblorosamente removida.

La Catedral, tomada por la Guardia Real al completo, recibe su vibrante ofrenda castrense. Desde primera fila saboreamos el inicio, el vuelo y el frenazo final del botafumeiro. Como colofón aparece también por allí la Infanta Cristina a quien Mari Carmen y Maria Rosa estrechan la mano y felicitan por el éxito de la operación de su real padre.

Cumplimos religiosamente los tramites rituales del peregrino: abrazar al Apostol, poner el último sello en la Credencial y recoger la "Compostela".

Y ya en la bulliciosa calle nos encontramos con la hermana de Paco y un extravertido grupo de féminas oscenses, contemporáneas de nuestras respectivas. Parrafada para rato.

Recalamos en el Hostal de los Reyes Católicos, tomando un tentenpié en la recoleta zona del fondo protegida por un visible cartel que indica "Zona reservada exclusivamente para clientes alojados en el Parador". Para no abusar no nos excedemos de dos horas.

Un paseo nocturno por el entorno de la Casa de la Troya y un chocolate con churros -por fin- en el cogollo estudiantil pone punto final a la noche.

Mañana Mari Carmen y Mariano partirán hacia Huesca, donde ya les espera una Primera Comunión y ,de camino, nos dejarán en el aeropuerto.



15/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( III )

Once horas en un confortable tren Alvia han sido necesarias para atravesar Cataluña y Aragón, tocar chufa en Pamplona, Vitoria, Burgos y Palencia, merodear por minas de carbón abandonadas en León y Ponferrada y acabar en Monforte de Lemos. Allí, pacientemente, nos espera un minúsculo automotor, una vieja gloria de pretérita modernez. Otra media hora más y este tren, sobrádisimo de metros cuadrados en su pomposa primera clase, única y deslucida, nos abandona en Sarria, muy cerca de Lugo.

Nos quedamos solos, en el extremo sur de un anden solitario. En la lejanía gris del extremo norte bailan, en brasileño tecnicolor, Mari Carmen y Mariano.

Con una cena "comme il faut" damos fin a un miércoles en el que además de contemplar montañas nevadas y muchos molinos de viento, el Barça ha metido una goleada a no sé quien y el IVEX se ha desplomado un dramático 5,40 %.

El tandem Garcés/Gregorio & Acín/Biota está ya en las estribaciones de la ruta jacobea y viene dispuesto a "hacer cima".

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SARRIA - PORTOMARÍN

"La Peregrinoteca" es una tienda peculiar que tiene todo, absolutamente todo, lo que un peregrino novelero puede desear. Es la Royal Geographical Society trufada de Coronel Tapioca, sobre los que tiene dos ventajas:
  1. De madrugada, cuando aun es noche cerrada, los primeros peregrinos ya la encuentran abierta.
  2. Y abierta también la encuentran los que, cuando anochece, se van a descansar.
Es nuestro tempranero punto de partida.

Tras un sustancioso y animado desayuno gallego -fantástica rutina que ya no dejaremos en días sucesivos- Mariano sube con nosotros, por interminables escaleras soñolientas, hasta coronar el pueblo y encontrarnos cara a cara con el rubicundo Apolo cervantino que acaba de ducharse. Un kilómetro más adelante Mariano nos deja. Vuelve atrás para sacar a pasear a su Peugeot Rocinante mientras nosotros tres nos enfrentamos gozosos con una mañana fría y gloriosamente transparente.

Caminamos con alegría desbordante y a buen ritmo por un camino que es una magnífica exposición de luminosos paisajes.

Mucho más adelante, en un aislado bar del camino, inauguramos la sana costumbre, que también hacemos nuestra durante toda la ruta, del reconfortante cafelito de media mañana, esta vez sentados al sol. También al sol, y con ganas de pegar la hebra, está Sandra, una joven catalana reciclada en Madrid que ya lleva 100 Kms. a la espalda. Ingeniero aeronáutico, acaba completar dos años de trabajo en el Aeropuerto de Heathrow, del que se ha despedido para hacer sola el Camino de Santiago y partir temporalmente a una ONG en Costa de Marfil. Destila optimismo. Su partida es todo un espectáculo. Después de cargarse una mochila descomunal inicia el rito de ir colgando, en lugares previamente adjudicados, otros adminículos varios: cantimplora, gafas, Ipod, chubasquero, sombrero, etc. Al arrancar recuerda una guagua dominicana.

Mari Carmen pierde la cartera con su documentación, tarjetas de crédito y dinero. Afronta el percance con toda entereza, tanta que pronto recibe el premio: Mariano la ha encontrado en el coche. El movil hace milagros.

Sobre la marcha y en función de las variables tiempo, hora y cansancio ( y recabando el consejo de otros peregrinos experimentados), decidimos en la distancia el restaurante en el que comeremos. Hay que hacer notar que mientras Mariano vuela en coche, a 100 km/hora por carreteras generales nosotros trepamos por estrechos caminos de tierra por los que circulamos a 5 Km/hora. Conseguir que, sin mapa, a una hora determinada nos encontremos los cuatro en un rincon de la geografía que no conocemos es un arte que Mariano domina con maestría total, sin un fallo, retraso o duda, desde el primer día hasta el último.

El esquema fijo de su técnica, que adorna cada día con imaginativas variantes, consiste en:
  • Cuando salimos, acompañarnos andando un par de kilómetros.
  • Desandarlos para ir a recoger el coche (que ya hemos dejado cargado al dejar el hotel)
  • Ir al pueblo de destino, localizar el nuevo hotel, tomar posesión de las habitaciones y dejar los equipajes.
  • Comprar una batería de periódicos y, si se tercia, ver las noticias en alguna tele.
  • Buscar en coche un lugar próximo al restaurante escogido.
  • Una vez inspeccionado y aprobado escoge entre premiarse con una cervecita o empezar a andar por nuestro camino, en dirección inversa, hasta encontrarnos.
Las multiples despedidas y encuentros que esta mecánica conlleva son espectacularmente efusivos entre Mariano y Mari Carmen.

La entrada en Portomarín, cruzando el Miño sería apoteósica si no acabara en otra interminable escalera rompepiernas.

En la Misa, en la que los Garcés se encuentran con um amigo de Huesca, nos imparten la primera bendición al peregrino.

Cenamos cerca de un animado grupo de ingleses: Junto al pulpo a feira no nos falta de nuevo el caldo gallego.

Nuestro hotel, el Portomiño (Anexo) es un dechado tanto de limpieza (algo común en todos) como de avaricia (que, afortunadamente no volveremos a encontrar). Avaricia de espacio, de toallas, de jabones...

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PORTOMARÍN - PALAS DEL REY

María Rosa se despierta acobardada: llueve a todo llover, con todas las ganas, inconsolablemente. Mirando por la ventana se dibuja en el negro panorama una duda existencial: ¿Donde nos hemos metido? ¿Seguimos?

Tenemos por delante la etapa más larga y cansada. Arranca con una cuesta arriba de 11 Kms. a la que seguirán otras subidas más cortas. Los agoreros pronósticos de la televisión son aun más negros que lo que vemos con nuestros ojos: tiempo muy desapacible y cerradamente lluvioso

Buscamos inspiración en la Plaza de la Iglesia, en donde el Mesón Rodriguez sirve unos desayunos que tiran de espaldas.

Los ánimos crecen y la lluvia amaina.

Bruma, cementerios, cruceros y frío

Mariano aparece, como un milagro, en el camino. Hambrientos comemos en un mesón confortable, con una acogedora chimenea en la que arde la leña: garbanzos, filete de ternera, postre, inconmensurable pan gallego, vino, agua, gaseosa, cafes y un par de orujos de hierbas. ¿Quién dá más y mejor por un total de 40 Euros?

Aterrizamos cansados

A las diez estamos en la cama, viendo la tele desde las almohadas bordadas del Hotel Benilde

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PALAS DEL REY - MELIDE

La lluvia nos obliga a desayunar en una estrecha calle, junto al hotel, en un pequeño bar escondido en un tramo de escalinatas. Grandes zumos de naranja natural, grandes tostadas de pan gallego, buen aceite y grandes cafés. Sólo tiene dos cosas pequeñas: el espacio y el precio. ¡Viva Galicia!.

Salimos por un camino empedrado muy agradable que acaba transformándose en camino de tierra, todavía más agradable. La obscuridad, la lluvia, y el sol se van alternando en espacios de tiempo regulares de 15 minutos. Casi somos multitud, una tropa animosa que, cada vez que empieza a llover, se cubre de impermeables variopintos y eficaces.

En una frondosa hondonada el camino está totalmente anegado. Manos artesanas de cantero montaron hace años, en medio de esta larga laguna, una ondulante senda de grandes piedras separadas y bien asentadas por las que circulamos con cuidado, en larga fila india.

A mitad de camino la lluvia, a la que ya nos hemos habituado, se enseñorea definitivamente del panorama y ya no nos abandonará en toda la jornada. Decidimos seguir de un tirón hasta nuestro destino.

Mariano, como siempre, viene andando a nuestro encuentro.

Hemos de atravesar todo el pueblo a lo largo -¡y qué largo!- para llegar a la Pousada Chiquitín sin comer, tarde y con el pie izquierdo. Sin tiempo para buscar otro pesebre nos quedamos allí, a regañadientes.

Y acertamos. En contra de nuestra primera impresión, nos atienden muy bien. La cocinera nos prepara exquisitas zamburiñas y pulpo con gambas rematado con un irreprochable lacón con cachelos. Y, como fondo musical, un albariño respetable. El hambre bien saciada, una cuenta más que razonable, y un orujo especial, nos reconcilian totalmente con nuestros "pousaderos".

Siesta de pijama, viendo llover a mares.

Al asistir a Misa entierran a Dña. Dolores. Debía ser persona querida porque está el todo Melide.

Nuevamente en la pousada vemos un trascendental partido del Barça, en el que sentencia la liga ganando angustiosamente, mientras el Madrid arrolla por goleada. Tristeza de Mariano, merengue de corazon, y alegría mía como progenitor de un culé fanático .

La puntilla la dá el Huesca perdiendo por 4 - 1, sumiendo a Mariano en la desesperación.

El Telediario comenta que Laureano Molins López-Rodó ha operado de pulmón al Rey Juan Carlos. Ningún Canal explica que, antes que a Juan Carlos, me operó a mi, hace 10 años. Bien es verdad que entonces tampoco dijeron nada.

Coincidimos, por segundo día, con dos matrimonios que hacen el camino como nosotros -uno conduce y tres andan. Tienen dos originalidades: a) por riguroso turno, cada día conduce uno diferente; b) llevan dos coches. Deben de ser ingenieros industriales porque la compleja combinación que explican (movimientos diarios del coche 1 y del coche 2 entre los puntos A, B, C y D, algunos sólo de ida, otros de ida y vuelta, con un viajero, con dos...) es trigonometría pura.

Con la cabeza caliente y lluvia a gogo nos vamos a dormir.

9/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( II )

La decisión de hacer la ruta jacobea, y de emprenderla ya, se apoderó de mi sin previo aviso cuando se avecinaba un cumpleaños sonado. Aun circulando como una moto comprendí que a un vehículo de cerca de 70 años cualquier pequeña avería médica lo podía enviar a la cuneta. O espabilaba o el Camino de Santiago iría a parar al baul de las buenas intenciones, donde ya tengo descansando en paz algun otro proyecto fallido.

Hablé por separado con un par de colegas más jóvenes, buenos conocedores de esa ruta. Ambos, sin ponerse de acuerdo, me hicieron notar, afectuosamente, que cargar en la espalda, durante más de cien kilómetros, una mochila con lo más indispensable (no menos de siete kilos) es sencillamente insoportable para un "anciano" (así, entre comillas, suena hasta símpatico; a secas sabe a insulto). Si querían asustarme, lo consiguieron.

Me hablaron -y bien- de los albergues. Y aquí -sin necesidad de ayuda- el que se asustó fuí yo cuando supe que:

  • No se pueden reservar por adelantado. Cuando se llenan, se llenan, y arréglatelas.
  • Tienen literas y te puede tocar la de arriba
  • En emergencias se echa mano, si existe, del suelo de algúna escuela parroquial o de algún polideportivo caritativo.
  • Madrugando, casi siempre hay agua caliente en las duchas.
  • En la misma habitación pueden dormir (y roncar) cuarenta personas de ambos sexos.
  • Conviene llevar linterna por si te levantas de noche a hacer pis. Te evita tropezar en el bosque de literas y mochilas y te permite encontrar bastante pronto la salida de la habitación. No hay prevista ninguna ayuda especial para los prostáticos, esos que se levantan tres veces y, encima, con prisa (me ví a mi mismo descolgándome como los monos de la litera de arriba, con la linterna entre los dientes, buscando con urgencia el servicio sin saber si hoy tocaba por la derecha o por la izquierda. Ah, y que luego tenía que deshacer el camino y acertar a la primera con mi cama y no meterme en otra)

Saqué dos conclusiones irrenunciables que tenía que dejar meridianamente resueltas antes de partir:

  1. Tener asegurados una cama y un baño para cada noche.
  2. Tener la seguridad de que cada tarde, al llegar al nuevo alojamiento, me estaría esperando el equipaje, que habría viajado por medios externos.

Con estas dos premisas muy claras en la cabeza dí por supuesto que el resto -montar una expedición- estaba chupado y que todos mis amigos se iban a apuntar con entusiasmo.

Como se verá a continuación, estaba en un craso error:

María Rosa, agotada por la dura enfermedad de su padre, no se encontraba con el ánimo mínimo necesario para plantearse un esfuerzo tan descabellado.

Esteban, reflexivo y entusiasta como siempre, dió un inmediato paso al frente, pero yo fuí incápaz de resolver, esa misma primavera, el transporte seguro de nuestros equipajes. En la primavera siguiente una dolorosa ciática, de la que ahora empieza por fin a reponerse, nos tomó la delantera.

Jose Mari -siempre incondicional para unirse a una expedición al mismísimo Himalaya- ya había recibido en su puerta, con entereza ejemplar, la llamada del Mr. Parkinson.

Con Paco, andarín de pro, no se podía contar. Era el único currante y en las épocas adecuadas para movernos por Galicia -primavera y otoño- se dedicaba, sin parar, a ganar pleitos.

Mariano venía reflejando un cliché muy sedentario de escasas disposiciones deportivas. Hoy puedo afirmar que era un cliché totalmente equivocado.

Ante mi completa sorpresa el que salió de verdad sedentario fué nuestro escritor. Me atrevo a suponer que esta mañana ha ido al quiosco de la esquina a buscar la prensa diaria... en coche. Otro cliché que tenía desactualizado.

Del Club Oza el único que reunía a la vez condiciones, afición y disponibilidad de tiempo era nuestro Decano sobre el que es de justicia hacer un respetuoso punto y aparte

José Ramón acumula experiencia sobrada en esto de hacer el Camino de Santiago y conoce todo lo que vale la pena conocer en el sabio oficio de andar, de alojarse y de moverse por esos mundos de Dios. Tiene una envidiable virtud -la improvisación- y concretar planes a desarrollar en un horizonte de meses le ataca .

Es, en mi humilde opinión, el peregrino perfecto:

  • Todo le va bien
  • Todo lo hace fácil
  • Madrugador. Empieza a andar todavía de noche
  • Inicia cada caminata sin saber, ni importarle, donde reposará esa noche. Anda en la dirección correcta pero sin planes preconcebidos que limiten su libertad.
  • Con mucha sabiduría su gozo reside en el propio caminar, más que en perseguir objetivos.
  • La elección del pueblo donde dormir la hace sobre la marcha y depende de:
  1. la hora solar (sinónimo de "cuando el hambre aprieta")
  2. encontrar un albergue con sitio
  3. la simpatía de la gente del lugar
  4. el sabor del primer vino

J.R., desde el primer momento acogió la idea con calor y afecto "estrangulador".

A traves del Messenger dialogamos sobre Santiago muchas veces y nos entendimos a la perfección, como dos personas "mayores" que se quieren pero cuyas ideas están ya enraizadas en sus respectivos genes. Juntos formamos un formidable aliño para la ensalada, pero no dejamos de ser aceite y vinagre, improvisación y planificación. Sobre la ruta jacobea jugamos despacio una larga y amigable partida de ajedrez que quedó sobre el tablero, en tácitas tablas, y la casa sin barrer.

Entre unas cosas y otras el camino de Santiago se quedó en stand by.

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Un año después -¿o fueron dos?- se produjeron tres acontecimientos que lo situaron de nuevo bajo los focos:

  • María Rosa, ya más libre y descansada, se hizo eco de mi interés y, sorprendentemente, se mostró dispuesta a recorrerlo.
  • José Antonio puso a nuestra disposición su experiencia en la organización de viajes colectivos.
  • Mariano se ofreció para hacer de coche de apoyo.

A partir de aquí todo fué, por fin, fácil

Marzo nos cogió con el itinerario y el calendario decididos y cerradas las reservas de alojamiento para la segunda semana de mayo.

Todo estaba a punto.

Pero con tantas sacudidas, el arbol se había quedado casi sin peras.

Sólo seguíamos en pie Mari Carmen, Mariano, María Rosa y yo

Y Dios con todos

7/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( I )

Hace muy poco hice el Camino de Santiago. El entrañable Guillermo, que tanta sabiduría aportó en su organización, se ha quejado de que no he dicho ni pio en este blog.

Estoy seguro de que seguiría siendo mi amigo aunque no hiciera caso de su queja. Pero. conservando su amistad, correría el riesgo de perder a uno de mis tres lectores. Y tan bestial sangría porcentual de auditorio no me la puedo permitir.

Lo de querer ir andando a Santiago me viene de lejos, de los años sesenta cuando no estaba de moda. Entonces Galicia quedaba muy lejos y en mi cabeza el Camino de Santiago flotaba entre la galaxia de las Cruzadas y la nebulosa de los templarios. No existían guias publicadas, ni internet, ni albergues, ni la Xunta, ni el Xacobeo, ni tan siquiera peregrinos. Salvo Santiago de Compostela, no había nada de nada y lo que en su día hubo era polvo olvidado.

Pero en Zaragoza un coronel de infantería, de 53 años y recién pasado a la reserva, junto a su animosa mujer, lo acababan de recorrer, en casi dos meses. En Almacellas, bajo el increible cielo estrellado de una noche canicular de Julio, nos lo contó despaciosamente el propio protagonista cuando, en una loma que domina el pueblo, varios aragoneses disfrutábamos, con un gran cucurucho de helado en la mano, del primer soplo fresco de un día abrasador.

Nuestro hombre, por fin, había dispuesto de la generosa ración de tiempo necesaria para hacerlo. Poniendo en juego su larga experiencia profesional encaró disciplinadamente el asunto como si se tratara de unas maniobras militares. Rebuscó una ruta solitaria y montaraz que discurriera exclusivamente por caminos inaccesibles a vehículos de motor. Apoyándose en mapas topográficos del Ejército dividió el recorrido en etapas de longitud y esfuerzo razonables. El alojamiento de cada noche, en colgadas aldeas de muy pocos habitantes, tendría que ser, necesariamente, en alguna casa del vecindario. Para localizarlas y concertarlas escribió a bastantes secretarios de Ayuntamiento, echó mano de algunos colegas del ejército en activo y se conectó con párrocos y cuartelillos rurales de la Guardia Civil.

En poco tiempo redondeó un plan perfecto.

Diseño también un programa racional de entrenamiento, del que su esposa se escabulló, y seleccionó cuidadosamente sus mejores botas militares que engrasó con mimo. Su mujer prefirió, con despreocupación, dos pares de alpargatas. (Ya en la segunda etapa él padeció las primeras ampollas, que no fueron las últimas, mientras ella y sus alpargatas llegaron a Santiago tan frescas)

Cargando pesadas mochilas hicieron metódicamente tan dilatado recorrido. No les faltó el frío, mucho frío, ni el acompañamiento del sol y la lluvia a partes iguales. Nunca escasearon de buen humor porque la alegría la llevaban dentro.

Un contertulio pregunto:

-¿Tuvisteis alguna dificultad seria?

-Sólo una vez
-contestó-, entre Palencia y Leon. Se iba acercando la noche y, con tiempo desapacible, tras coronar un desamparado puerto, pasamos por delante de una majada con ganado. Allí, en posición amenazadora y sin ladridos, nos rodearon media docena de grandes perros. Mi mujer, con gritos histéricos, pidió a los pastores, ya recogidos, que llamaran a los perros. Salieron silenciosos pero, inexplicablemente, no hicieron nada.

En la tertulia se hizo un silencio largo. Hasta los grillos y las chicharras callaron a la espera.

-Se resolvió gracias a la Chata -remató nuestro narrador como hablando para si mismo.

-¿¿¿...???

El coronel se levantó con parsimonia y se dirigió despacio hacia su coche, oculto en la oscuridad que nos rodeaba.

Cuando volvió a aparecer en la zona iluminada nos presentó a la Chata.

Era...¡su pistola de reglamento!

Una vez repuestos de la sorpresa otra voz tímida preguntó:

-¿Disparaste a los perros?

Con cierto brillo socarrón en sus ojos contestó en voz baja:

-¡No!. ¡Apunté a los pastores!

.................................................................................

Meses después aquella notable pareja se enroló en una ONG y marchó, sin billete de vuelta, a ayudar a los habitantes del pais mas desgraciado de latinoamérica. Por razones profesionales yo dejé Zaragoza, también sin billete de vuelta.

Y ya no supe más de ellos

Pero, junto a un grato recuerdo, me quedó una diminuta semilla del Camino de Santiago que, a los pocos días, archivé en el último cajón de mi memoria.

Mil años después, cuando me jubilaron, en la olvidada semilla de aquel olvidado cajón empezó a asomar un debil y retador brote verde.

25/3/10

DNI siglo XXI

Como en tantas otras ocasiones a lo largo de mi vida, hoy he ido a renovar, una vez más, mi DNI.

El lugar al que internet me ha enviado parece una oficina bancaria, bien dotada de personal y medios electrónicos pero carente de cualquier sentido estético de la distribución de los recursos. Únicamente la presencia, casi paternal, de un viejo policía uniformado, sentado delante de cinco máquinas autoexpendedoras de números de turno -una de ellas averiada- da una pista de que aquello bien puede ser una comisaría.

En dos largos mostradores se alinean con equidistancia, dos docenas de puestos de trabajo dotados de sus imprescincibles terminales (PC y scaner). Y detras de cada uno de ellos mujeres treintañeras van atendiendo, uno tras otro, los turnos que la informática les va asignando.

La que se ocupa de mi estrenó la oposición a finales del año pasado y aun no ha tenido tiempo de que el roce con su entorno profesional ahogue la grata musicalidad de su acento gallego.

Pero está en ello: sin dejar de trastear con mi DNI no para de hablar incansablemente -de cursillos, amigos, oposiciones y vacaciones de Semana Santa- con la compañera de su derecha, con la de su izquierda y también con cuantas, en un momento u otro, pasan por detrás de su silla y a las que, sin volver la cabeza, detecta con algún oculto radar. Como no es la única con tan admirable habilidad, aquello es una jaula de grillos casi atronadora pero eficiente.

Al final del corto proceso en el que la gallega le da al teclado y me toma las huellas dactilares -sin entintarme los dedos ni tener que limpiarlos después con alcohol- me entrega el flamante documento que, en el siglo pasado, me habría costado horas de cola y meses de espera.

Muy sonriente me explica:

-Ya no tendrá que renovarlo.

Pongo cara de no entenderla.

Condescendientemente me lo vuelve a explicar con la alegría de quien hace un generoso regalo:

-¡Que ya no tendrá que renovarlo NUNCA MÁS!

En un tiempo record -diez minutos de gestión tras otros cinco de espera- he salido de allí asombrado y algo aturdido, llevando mi nuevo DNI siglo XXI que aseguran contiene -convertidos en una fórmula matemática de ceros y unos- mi fotografía, mi firma, mis huellas dactilares y los "certificados electrónicos de autenticación y firma electrónica". Y además un "pin".

La noticia -NUNCA MÁS- va entrando poco a poco en mi cabeza y -¡cosa extraña!- no produce en ningúno de mis genes anarquistas, poco amigos de la autoridad, la esperable alegría por haberme librado de un control policial "de toda la vida".

Como en un sueño he imaginado que, sentado en el piso de arriba un comisario de la "secreta" -mangas de camisa, pistola sobaquera y esposas en el bolsillo, como los de antes- ha debido cursar desde su ordenador instrucciones al de la gallega:

-De ese no te preocupes, a estas alturas ya no puede hacer ningún mal. Y para el tiempo que le queda... ¡Dale la absoluta!

Me ha parecido que me están empezando a "borrar" de mi pais y que, despidiéndome de las renovaciones del DNI, he empezado un probable rosario de despedidas. Cuántos proyectos, sueños, deseos y viajes ya nunca pasarán de eso, de proyectos y sueños. Porque el tiempo -sea el que sea- se está empezando a acabar.

Un cansancio inesperado me ha arrinconado en el primer bar, delante de un descafeinado. Allí, lejos de miradas ajenas, he sacado de la cartera el documento causante de mis males y lo he observado punto por punto, despacio y con reproche.

Uno de sus apartados me ha despertado de golpe:

Válido hasta el 1 de Enero del año 9.999

Inmediatamente he oido la campana jubilosa de una voz interior. Yo me estaba diciendo a mi mismo:

-Menos mal. Me había empezado a preocupar con lo de "nunca más"...

Y desde allá adentro me ha salido una risa interior gozosa.

Porque al final de este camino hay una puertecita y pasada la puertecita estará Dios, sonriente, y el principio de la eternidad.