19/6/10

CAMINO DE SANTIAGO ( IV )



MELIDE - ARZÚA

Amanece tan encapotado que la lluvia puede despertar de golpe en cualquier momento. Buscamos un bar en cuya pizarra anunciaban ayer desayunos con churros. Lo encontramos... pero una hora antes de que empiecen a freirlos. No nos queda más remedio que volver, arrepentidos de nuestra infidelidad, al bar de nuestra Pousada.

Es domingo y Melide se prepara a celebrar la Feria Anual de la Rosquilla. Nuestra zona se está llenando de tenderetes en los que mujeres de pañuelo en la cabeza y cara colorada, recién llegadas de la aldea, ofrecen sus quesos artesanales. En medio, como el pulpo en el garage, desentonan las fajas y los corsés de un tenderete despistado. Es temprano y todavía no han llegado compradores por lo que las aldeanas nos asedian. Tampoco vemos ningún puesto de las cacareadas rosquillas.

Después de sellar nuestras credenciales en la iglesia salimos al tobogán, porque tobogán interminable será toda la etapa. Subimos, sudamos, bajamos, nos helamos y volvemos a subir y a sudar. Adelantamos a un norteamericano solitario, nos adelanta luego él y más allá lo volvemos a pasar. Con un inacabable "me pongo el chubasquero - me lo quito - me lo vuelvo a poner" atravesamos cementerios de primitiva belleza y paisajes traslúcidos. Salvo la muy reconfortante pausa para un cafe ardiente, ya no pararemos hasta Arzúa donde los ingenieros trigonometras nos han recomendado la cocina del "Mesón do Peregrino" que un Mariano vigilante ha inspeccionado y aprobado por delante. Menú de 10 € que hace resucitar. Apoyamos la recomendación.

Una siesta con edredón consigue que el frio y el viento cuchillero de la mañana se vean muy lejooooooooooos...

Con tiempo por delante vamos a la misa del peregrino en la Parroquia de Santiago donde su joven rector, otro Santiago, confiesa, canta y bien, predica, celebra Misa y reune a los peregrinos transeuntes para impartirnos una calidísima bendición. Andaluces, aragoneses, catalanes y navarros, un inglés y un aleman encontramos amparo seguro bajo el Apostol del retablo que domina con firmeza a su encabritado caballo. Entre tan variada tropa el sacerdote solicita un voluntario que se anime a entonar a la Virgen una canción de su tierra. Mariano, asumiendo con natural autoridad la representación de todos, se vacía en un apoteósico "Salve Madre" que acabamos coreando propios y extraños. (Al día siguiente, otra vez en el Camino, una admiradora se acercará a nuestro tenor a expresarle su extasiado agradecimiento)

Ya que estamos en el Año Sacerdotal nos tienta saludar en privado a rector tan singular que nos recibe en la sacristía transformándola en vibrante tertulia. Con el deseo de inmortalizar el momento tengo la mala idea de ceder la cámara fotográfica a una feligresa para que haga una toma del grupo. La coge con la misma aprensión con que recibiría un puñado de víboras cabreadas. Señalando el disparador he de repetirle varias veces -¡apriete ahí!, ¡apriete ahí-. Acaba por entender y tanto aprieta que, además de lograr la instantanea, consigue estrangular la máquina. Kaputt.

Descanse en Paz (la cámara, no la fotógrafa)

Don Santiago publica la foto póstuma en la web de la parroquia.


Cena ligera en el hotel y parrafada larga con un joven matrimonio navarro. Recorren el Camino movidos por convicciones espirituales profundas no reñidas con su gastronómico hobby de gourmets.

Buenas noches


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ARZUA - PEDROUZO

Camino embarrado, chaparrones intermitentes y mojada melancolía. ¿Ya nunca dejará de llover en el mundo?

Adelantamos a un solitario peregrino japonés, fotocopia exacta de otros tres que hemos ido rebasando estos días. Con lenta cadencia arrastran la casa encima, dentro de mochilas de tamaño y peso inhumanos. Su caminar, un paso tras otro, sin contestar a los saludos amigables ni mover una pestaña, impresiona. El que vi ayer sentado, cataléptico bajo la lluvia, estaba tan inmovil, tan agotado, que temí llevara horas muerto.

Encontramos a lo largo de esta etapa tres placas que recuerdan a los tres peregrinos que, en el reciente siglo XX, murieron, con las botas puestas, haciendo el camino. Aceleramos el paso por si acaso.

Nos espera un reconfortante caldo gallego (he perdido la cuenta de cuantos he metido en el baul) y una excelente merluza.

Cuando se aproxima la hora del lubricán -ese mágica transición en la que el pastor ya no distingue entre el perro y el lobo-, María Rosa descubre que tiene un ojo enrojecido que a los legos en la materia se nos antoja un derrame muy respetable. En una vieja farmacia, escasa de espacio y rebosante de productos, nos atiende su titular, un joven pero experto licenciado. Piensa que no debemos preocuparnos demasiado pero, por un gallego "porsiacaso", aconseja contactemos con un centro de atención médica telefónica establecido por la Xunta para estos casos, cuyo número nos facilita.

Desde las ondas un amable doctor recaba sin prisa todos los síntomas y se esfuerza en tranquilizar a la telepaciente (objetivo fácil porque está muy tranquila). No obstante, por el gallego "porsiacaso", nos recomienda ir al PAC (Punto de Atención Continuada) situado en el Clínico de la capital compostelana, donde asegura la atenderán enseguida.

Mariano y Mari Carmen dan un inmediato e incondicional paso al frente, ofreciéndose a llevarnos. El joven farmaceútico, un viejo boticario jubilado que ha acudido en su ayuda como buen progenitor suyo y los clientes, que ya rebosan el pequeño local y llegan a la calle, compiten en explicarnos con todo detalle los cien itinerarios mejores para no perdernos en el lío de obras que dicen hay en Santiago.

Con tan buen asesoramiento no es de extrañar que nos perdamos no una sino tres veces.

Son las diez de la noche y en el famoso PAC, aun cuando va indocumentada, le abren a María Rosa una ficha y le explican que sus doctores tienen la misión de atender todos los pacientes y canalizar a "Urgencias", situadas a tiro de piedra en otro edificio, únicamente los casos extremos. Sólo hay pues dos vías para que te vean en "Urgencias": el todopoderoso salvaconducto emitido por el PAC o llegar desangrado en ambulancia.

Nos sentamos en una tétrica zona de espera habitada ya por no menos de cuarenta transeuntes silenciosos y cansados. Ha de pasar aun media hora para que los altavoces llamen por fin a uno de ellos.

Empezamos a sospechar que, a ese ritmo, la noche va a ser larga. Tardarán horas en recibir a María Rosa para, al final, por el "porsiacaso" que ya conocemos, rebotarla a "Urgencias", única unidad que, a estas horas, cuenta con oftalmólogo de guardia. Y volveremos al principio.

Maria Rosa decide abandonar, a lo que unánimemente nos resistimos, atacados nosotros también por el contagioso virus del "porsiacaso".

Pero nuestra enferma mantiene la cabeza muy clara. Nos deja, cruza la calle y en línea recta, marcha decidida al lugar prohibido: "Urgencias". Allí, con la dosis de inflexible suavidad que esconde para estos casos, habla con unos y con otros hasta que el eslabón más debil de la cadena acaba franqueándole el acceso a la zona quirúrgica, mientras murmura para si mismo:

-A esta ya la frenará otro...

Y se equivoca.

Aunque allí dentro el uso del movil está prohibido aprovecha ese medio para tenernos al corriente. El oftalmólogo, que está en otra planta, esta a punto de bajar a atenderla.

Minutos después ya la han reconocido cuidadosamente, le han tomado la tensión ocular y la arterial y la han dado de alta, con dos recetas gratuitas en el bolsillo.

En María Rosa estas cosas pertenecen a la ordinaria administración.

De vuelta a Pedrouzo vamos encontrando, uno tras otro, los restaurantes cerrados. Antes de las doce, ya en nuestro añorado Hotel O Pino, se apiadan de nosotros y conseguimos matar el cuscús con unas empanadas recalentadas en microondas regadas con cerveza.

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...cuando, horas después, ya estoy en el tercer sueño oigo dulcemente la ronca megafonía del PAC, a 20 Kms. de distancia, llamando una y otra vez a María Rosa...

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PEDROUZO - SANTIAGO DE COMPOSTELA

Con la loable intención de llegar a la solemne Misa del Peregrino, con probable botafumeiro incluido, nos levantamos a las 6,30 y, sin perdonar la contundencia del desayuno tradicional, nos ponemos pronto a andar.

Aunque no llueve no deja de amenazar.

Hay muchas más subidas de las que esperábamos y el trayecto, a través de una naturaleza más domesticada, se nos va haciendo largo. En Monte do Gozo, donde ya nos espera Mariano, comprendemos que no vamos a llegar a tiempo y disolvemos la prisa en el habitual cafelito, esta vez a deliciosa cámara lenta.

Me viene al encuentro un excompañero de trabajo que, con un amigo, han acabado la ruta jacobea. Después de haberse pateado en 33 jornadas los 735 Kms. que les separan de Roncesvalles han conseguido anticipar en dos días su fecha prevista de llegada. Sin coche de apoyo y con pesadas mochilas el esfuerzo, que ha dejado medio cojo a mi amigo, ha sido potente. Ampollas y colitis se han alternado para amenizarles tan largo periplo. Pero llegar a la meta con 48 horas de anticipación ha resultado una gesta inutil ya que Spanair se ha negado a cambiarles la fecha de vuelo. Dos días en stand by es para ellos el sobreprecio del low cost.

Santiago está de fiesta y así piensa seguir hasta que acabe este Xacobeo 2010. La crisis económica que monopoliza los telediarios del mundo global no se ve aquí por ninguna parte. Bares, tiendas, restaurantes, calles... todo está alegremente lleno. Nos las vemos y nos las deseamos para conseguir que nos den mesa en un restaurante en el que, una vez aposentados, agotan en cruel espera, nuestras cuatro paciencias. Pero al final podemos meter el diente a un almuerzo atlántico que se inicia con percebes, navajas y otras fruslerías menores que nos reconcilian con el mundo.

Nos alojamos en un hotel antigüo y un tanto desangelado pero situado en el mismo ombligo de la ciudad turística. Santiago está preciosa.

En el tam tam del Camino (también en el movil de Mari Carmen) hemos oido que hoy ha tomado la ciudad una peregrinación militar para la que está prevista una Misa solemne a las 6 y allá nos dirigimos. En la Plaza del Obradoiro una ola juvenil de peregrinos quicos entona cien variaciones de una dulcísima canción religiosa, de sentimentales cadencias celtas, que dejan el alma temblorosamente removida.

La Catedral, tomada por la Guardia Real al completo, recibe su vibrante ofrenda castrense. Desde primera fila saboreamos el inicio, el vuelo y el frenazo final del botafumeiro. Como colofón aparece también por allí la Infanta Cristina a quien Mari Carmen y Maria Rosa estrechan la mano y felicitan por el éxito de la operación de su real padre.

Cumplimos religiosamente los tramites rituales del peregrino: abrazar al Apostol, poner el último sello en la Credencial y recoger la "Compostela".

Y ya en la bulliciosa calle nos encontramos con la hermana de Paco y un extravertido grupo de féminas oscenses, contemporáneas de nuestras respectivas. Parrafada para rato.

Recalamos en el Hostal de los Reyes Católicos, tomando un tentenpié en la recoleta zona del fondo protegida por un visible cartel que indica "Zona reservada exclusivamente para clientes alojados en el Parador". Para no abusar no nos excedemos de dos horas.

Un paseo nocturno por el entorno de la Casa de la Troya y un chocolate con churros -por fin- en el cogollo estudiantil pone punto final a la noche.

Mañana Mari Carmen y Mariano partirán hacia Huesca, donde ya les espera una Primera Comunión y ,de camino, nos dejarán en el aeropuerto.