-¡Qué salvaje el que le ha dado semejante golpe!. Podía haberlo matado o dejado tuerto...
SEGUNDA REACCIÓN MENTAL
Sin previo aviso siento debajo de la nariz el malévolo cosquilleo de una sonrisa, apenas perceptible pero en ligero crescendo y que, para mi sorpresa, está en mi propia cara. Varios pensamientos juguetones rebotan por libre, como duendes revoltosos, por dentro de mi cabeza:-Que puntería ha tenido el fulano que se lo ha lanzado.
-Desde luego, el hecho no está bien... pero, ya que ha ocurrido, ¿a quién mejor que a Berlusconi?-No le va nada mal una lección.
-Que sepa también lo que es sufrir .
-¡Ya esta bien de prepotencia, tio!
-¡¡¡ YIOXCN,-LLf !!!
-Por lo que me conozco puedo casi asegurar que si yo fuera rico y poderoso (gracias, Dios mío, por haberme mantenido a raya en la justeza) sería, como mínimo, un impresentable egoista orgulloso.
-Soy un animal aplaudiendo la violencia. ¿Dónde se han ido mis ideas de paz y mis mensajes de concordia?. Si apruebo -y encima, con regocijo- la agresión a Berlusconi, rico, poderoso y mujeriego, sólo porque su prepotencia me cae mal, ¿qué se puede esperar de mi cuando me toque "perdonar las ofensas" o eso más dificil todavía de "amar a los enemigos"?
¿Como puede una sóla noticia de prensa desencadenar reacciones tan contradictorias y casi poner patas arriba principios que creía arraigados?.
Poco a poco los duendes revoltosos han ido saliendo, a regañadientes, de mi cabeza .