12/6/09

SUKA

Guillermo, nuestro irrepetible Guillermo, esta triste . Ha muerto su querida perrita Suka.

En el e-mail que ha hecho llegar a los amigos más íntimos nos explica que era el ser más docil, bueno, apacible y cariñoso del mundo. Murió, sin sufrimiento, en el regazo de Angeles, su esposa, a la que adoraba.

Luego da rienda suelta a los sentimientos que le embargan:

-Nadie nos ha dado tanto cariño como este animal. Las mujeres de casa lloraron todo lo que se puede llorar, y yo mismo me acongojé, al pensar que esto bien podía considerarse como un ensayo general de lo que se puede producir a no tardar.

Nunca hasta ahora había pensado que algún día tendría que dar a un amigo el pésame por una mascota y que, además, encontraría razonable el hacerlo.

En la lotería de la vida animal a Suka le tocó el Gordo ya que fué a parar a una familia buena. Y en agradecimiento ha pasado quince años, día tras día, hora tras hora, pendiente de cualquier palabra, del silencio o del más pequeño gesto de su jefe, Guillermo, y de su tribu. Ha dedicado, con gusto, su vida entera a alegrarlos. Ha sido fiel.

Con Dios, nuestro Jefe, que nos quiere mucho más que Guillermo quería a su mascota, ¿hemos sido como Suka?

Yo no.

Pero afortunadamente esto aun tiene arreglo. La conocida parábola de los obreros enviados a la viña es una buena ayuda para sacar los ánimos necesarios.

El dueño de la viña salió muy de mañana a ajustar obreros para la vendimia. Volvió a salir a distintas horas del día y contrató nuevos vendimiadores. Incluso a los que encontro a la hora úndecima, sólo sesenta minutos antes de que se hiciera de noche, también los invito a ir a trabajar a su viña.

Y cuando acabó la jornada, con gran generosidad, pagó a estos últimos lo mismo que había concertado con los primeros.

Tener setenta años debe andar bastante cerca de la hora undécima

Dios nos llama a estar por Él, como Suka por Guillermo, el tiempo que nos queda aquí.

Hora undécima. Aun es tiempo.